Al inicio de este camino surgieron miles de preguntas que me atormentaban. Me pregunté cómo sería, cómo lo haría, cómo lo superaría. Sin darme cuenta de que todas esas interrogantes estaban en mí. Fue muy duro comenzar porque todo inicia desde la primera voluntad, con la decisión de abrazar ese dolor.
Además, tuve que hacerme la promesa de que esto que pasó no me iba a destruir sino, me iba a construir en mejor persona. Enunciados que pronuncie de manera automática, sin estar convencida, pero ya había tomado la determinación de iniciar el viaje por el duelo, siempre con ayuda. Si bien este andar pareciera muy solitario, uno no puede avanzar si no es en compañía.
Con una voluntad tambaleante, pero el deseo firme de salir adelante, me convencí de que yo no escogí lo que pasó, pero sí podía escoger la actitud que podía asumir ante eso que pasó, nada fácil, ya que, como todo camino accidentado, había baches que eran imposibles de pasar o de parchear para poder pasar. En fin, fue arduo este trabajo hacia la aceptación.
Había momentos en que era tan desgastante que el descanso era obligatorio. Tanto así que existe evidencia de ello en mi diario de duelo, donde lo defino así: Descanso y espero, solo que a veces la nostalgia se hace más grande que yo y me invita a que vigiliemos juntos recordando.
No duele el recuerdo, duele saber que no se podrá crear más recuerdos, duele el futuro que no existe, lo que no fue, lo que no va a ser y duele también lo que quedó. Cuesta estar en el presente, porque se muestra tan cruel. Pero es lo que tengo, es lo real, lo verdadero, por lo tanto, tengo la obligación de agradecer eso que tengo, y también eso que tuve en mis brazos.
Espero no rendirme ante las expectativas de lo que vendrá, pues no estoy segura de que se cumplirán. Mi deseo reposa en aprender a soltar, lo cual se convirtió en el nuevo desafío, la nueva meta a tratar de cumplir, soltar esto que no me deja respirar. Seguir adelante disfrutando el presente sin esperar que mágicamente desaparezca el dolor. Sí con esperanza, avanzar y aprender a soltar lo que me hace mal, para disfrutar de lo que queda y de lo que será. Esa fue y es mi aspiración.
Estas pruebas de voluntad son las que me motivan a escribir y contar lo que viví. De cómo la osadía por la vida me llevó a trabajar mi interior, admitiendo primero que debía de cuidar de mí, la persona más importante en mi vida y en el duelo pude convertirme en mi mejor amiga en ese momento, aprendí a escuchar mi voz que es la más importante porque nadie más que yo sabe lo que realmente duele esa herida. Mi prioridad era atenderme, escucharme y ser bondadosa con mi persona. Para poder sanar y así cuidar de los demás.
Un pequeño ejercicio que me enseñaron, y hoy es una de las mejores lecciones aprendidas, repetirme lo siguiente:
- Soy suficiente, para mí y para los demás
- Soy suficiente, en mi mundo y universo
- Soy suficiente y no necesito nada más
- Me tengo a mí, me amo y amo a todo lo que a mi alrededor me hace bien.
La recomendación que les dejo para emprender la ruta tan penosa llamada duelo son estas tres frases:
*) Lo que pasó no me destruirá, me reconstruirá en mejor persona.
*) En estos momentos de dolor, es prioridad cuidar de mí, descansando, alimentándome bien
*) Mi voz es la más importante de todas. Debo escucharme.
Como verán todo se inicia con la voluntad. Por más que esta se encuentre prisionera del dolor está presente, y para escucharla, se debe afinar los oídos y demás sentidos. Es imprescindible cuidarse durante ese recorrido, es la manera más adecuada de poder hacerlo.
No existe receta ni pócima mágica para atravesar el duelo. Así como somos únicos e irrepetibles, cada pérdida es igual, no se puede sentir de la misma manera. Es por ello que las respuestas las encontramos en nosotros. Sí. La contención, el apoyo, y la ayuda los hallamos en el otro, en quien esté predispuesto a acompañar esa travesía de adaptarse a la nueva manera de vivir, que es sin la presencia física de nuestro ser querido.
Una vez más les repito, no será fácil, pero no es imposible, soy prueba de ello. También sepan que aquí estoy para formar parte de su red de apoyo, en la que pueden descansar cuando el trayecto se haga escabroso, puedan descansar para reanudar fuerzas y seguir hasta llegar al destino en donde se reconquista la ansiada paz interior.
No puedo terminar de leer un parrafo sin llorar…. es así, tal cual todo lo escrito… gracias Susi
Adri querida! llorar, limpia, sana, restaura. Gracias a vos por formar parte de esta red de apoyo para todos los que atravesamos un duelo, el andar se hace más llevadero. Te abrazo siempre
Hermoso! Gracias por compartir
Hola Leticia!! gracias por leer, lo hago desde lo más íntimo de mi experiencia de vida. Espero que ayude. Un abrazo