El duelo cambia por completo nuestra vida, las rutinas, lo que sería considerado lo normal, las ilusiones, lo que habíamos proyectado como futuro, todo, absolutamente todo. También sufren cambios las funciones que habitualmente realizamos.
La sacudida es tan grande que no podemos dimensionar todo lo que ocurre alrededor y mucho menos en nuestro interior. Si bien me sentía dolida, confundida y aturdida, no me daba cuenta de ese gran cambio que se venía, una metamorfosis de los roles que desempeñaba. Lo descubrí con uno de los últimos ejercicios del taller de escritura.
Tuve que detenerme a pensar y enumerar cuales son mis roles actuales y cuales eran antes de la muerte de Dari. Obviamente al describir mi papel principal antes de la partida de Dari, lo definía como mamá, describiendo que me encargaba netamente de una niña pequeña, como que mi mundo giraba alrededor de ella, o por lo menos yo lo veía así. Creo que la ausencia de Dari hizo que solo me centrara en ella.
Cuando tuve que explicar los papeles que desempeño en la actualidad, no sabía por dónde empezar, me costó un montón. Estaba hasta en blanco, sentía que no podía darle prioridad a nada. Gracias a la ayuda de quien dirigía el taller, pude reencontrarme con la Susana que no solo es la mamá de Dari, sino también mamá de otras niñas, era esposa, amiga, hermana, alguien que debía de cuidar de sí, función más importe, ya que, sin mi persona, mi vida no sería posible.
Aprendí a colocarme entre mis prioridades, junto con mis afectos. Anteriormente ni siquiera estaba en la cola de esa lista tan importante. Entendí que debía atenderme, cuidarme, esas eran las principales tareas que debía ejercer para poder así estar en óptimas condiciones para los demás. Me sorprendí dándole espacio a un vacío entre esa lista de roles, era lo que en mi cabeza consideraba que faltaba, y era el cuidado de Dari. Ese espacio lo vi como sagrado ya que era el que ella ocupaba, más no debía ser así, Dari está no como un pendiente, ni como alguien a quien cuidar, está como lo que ella fue y será, como amor.
Luego de la lista empezaba el ejercicio fuerte, otra carta dirigida a mí, pero esta vez a la actual, a la que quedó y ahí se evidenció que debía hacer para poder continuar, cómo debía estructurar mis roles y preferencias, para así poder sanar. Aquí desde la profundidad de mi intimidad, les comparto esta carta.
“Fue difícil ver los escombros que quedaron después de atravesar ese dolor indescriptible. También fue difícil la decisión que tuviste que tomar, de qué haría con esos escombros, los dejabas ahí para que sean basura, o iniciaba la reconstrucción de otra versión mejorada, a partir de ellos.
Conociste el sufrimiento de desprenderme de todos los objetos y recuerdos que para vos tenían un valor invaluable, eran como sacros, más gracias a eso conociste la solidaridad y gratitud sin medida.
Pude conocerme, entenderme, identificar todo eso que no me ayudaba avanzar, me deshice de todo lo que no me dejaba prosperar en mi proceso de sanación.
Yo no elegí lo que pasó, no me gustó para nada, ni en mis pesadillas más terroríficas grafiqué la posibilidad de ver morir a un hijo, más eso que me destrozó si pasó y ya pasó. Lo único que me restaba era casi como una obligación, elegir qué hacer a partir de ese momento, qué actitud debía asumir ante todo esto, era el único control que tenía.
Entonces elegí la vida, elegí el amor porque se lo debía a quién partió y a quienes no me abandonaron en este espacio oscuro y profundo que es el duelo. Aquí y ahora con la cabeza más ordenada y el corazón reparado, estoy dispuesta a continuar, en memoria de Dari, y en honor a quien considero la persona más importante de mi existencia, yo, pues sin mí nada de lo que amo existiría.
Estoy dispuesta a gozar de la belleza que la vida me pueda regalar. Ya me caí, ya me rompí y me volví a armar, es momento que me ponga a disfrutar.
Mi rol principal ahora es cuidar de mí, ser fiel a mi esencia, para poder así cuidar y amar a quienes me rodean. Jamás dejaré de ser la mamá de Dari, donde ella está ya no necesita de mis cuidados, solo de mi amor, así como yo necesito del suyo, de ese amor que me guía y me da la certeza que cuando llegue el momento tendremos nuestro reencuentro”.
Hagan su lista de roles o de prioridades y traten de ordenarla de la manera más armónica posible, buscando un equilibrio entre lo que debemos hacer y lo que sentimos. Teniendo presente siempre que recordar con amor hace que merme el dolor.