En cualquier viaje lo más importante es el paisaje compartido

Tuve la oportunidad de cumplir un sueño, en compañía de alguien a quien amo profundamente, comparte su vida conmigo, y caminó tomado de mi mano durante los días oscuros del duelo. Con mi marido fuimos a un viaje lleno de aventuras por los lugares que estábamos emocionados de conocer, mas no solo fue eso, sino como toda experiencia vivida, trajo consigo mucho aprendizaje.

Fuimos al Perú, con la gran alegría de conocer el Machu Pichu, y también otros lugares que no sabíamos que existían, si bien estuvimos en unas de las maravillas del mundo, lo que rescato de este viaje no fue el destino final, sino todo el paisaje que pudimos disfrutar durante el recorrido. Fueron actividades exigentes para nuestro físico, pero la emoción y el estupor que sentimos al observar esos lugares no tienen descripción.

Sí quiero hacer una comparación: Cada tour, cada kilómetro recorrido, me recordó al camino del duelo. Porque si bien esta caminata estaba llena de regocijo, lo debía realizar con la seriedad de una peregrinación, debía haber una conexión entre mi cabeza, cuerpo y espíritu, así como en el duelo. Y como lo hice durante mi duelo en un camino bien empinado, lleno de obstáculos, caminé, al principio desorientada, luego, cuando pude lograr cierto equilibrio, mejoró el andar.

Obviamente descansé en los momentos en los que mi cuerpo destacó mi límite, y en los que tomé conciencia de mi humanidad y pequeñez, mas, la recompensa estaba al levantar la vista y poder apreciar el panorama que se hacía imponente ante mis ojos, en cada montaña, en cada nube que parecía poder tocar, ahí la sentía a mi pequeña, ahí estaba ella, o por lo menos me gusta pensar que fue así que desde tan cerca me miraba y jugaba al escondite conmigo, eso también fue lo que realmente me estremeció de esa experiencia. Al llegar a la parada final, el paisaje era extraordinario, ya el cansancio, la lluvia, el calor, el frío, nada, absolutamente nada importaba, y todo habría valido la pena.

Esa misma sensación fue la que sentí cuando descubrí que finalmente llegué a la aceptación, la cual no quiere decir que me puse contenta con lo que me pasó, porque la muerte de nadie en nada es positivo, y mucho menos si la muerte es de un hijo. Mas la satisfacción de saber que caminé con esa herida abierta, sangrando, sufriendo, sorteando todos los obstáculos y a pesar de todo lo que había pasado, pude comprometerme a seguir viviendo honrando la memoria de Dari; es indescriptible. Obviamente me detuve donde tuve que hacerlo, para reanudar las fuerzas necesarias para continuar, también pedí la ayuda que precisé en ese momento, lo cual fue imperioso para mí.

Este camino llamado duelo me permitió conocer a personas que enriquecieron mi existencia, con su sola presencia, me mostraron el rostro de la bondad, dando la certeza de los milagros cotidianos. El cansancio extremo de este viaje me recordó, lo extenuante que fue transitar por el duelo, si bien mientras duelaba me fue muy difícil poder apreciar los paisajes, sé que había, sé que estaban ahí, solo que mis ojos no estaban preparados para verlos, se encontraban nublados por la tristeza y el sufrimiento, evidentemente no era mi tiempo para apreciarlos.

Si algo aprendí de la muerte de Dari es que la vida se acaba y que no existe la tan pronunciada ley de vida, donde son los hijos quienes deben enterrar a los padres, o por lo menos en nuestro caso no fue así. No es cierto que no es normal enterrar a un hijo, es muy doloroso eso sí, pero lastimosamente es bastante común, el duelo me regaló varias amistades que pasaron por lo mismo que yo, así que la pérdida de un hijo se repite con frecuencia y es una de las peores situaciones que uno puede enfrentar. Tomar conciencia de todo esto, hace que valore cada minuto de esta vida, porque esta, en cualquier momento se termina. Vivir como si fuera el último día, tarea difícil, porque siempre el ser humano quiere poder planear lo que hará en la siguiente hora, al día siguiente, incluso meses o años después, y a veces simplemente no hay después.

Durante mi recorrido también atiné que hubo paradas en las que me quedé más tiempo que otras, asimismo me pasó en el duelo, creo que pasé mucho tiempo entre el enojo y la tristeza, sé que no se vale reprocharse, porque era mi tiempo, y que solo yo sabía cuánto sería, y me moví a mi ritmo respetando las señales de mi cuerpo, si no podía debía parar, si estaba confundida no debía seguir, pues podría perderme. Así que avancé respetando mi tiempo y ritmo, sin ceder a presiones ni peticiones de nadie, aprendí a  escuchar mi voz interior. Como debe ser y como fue.

A pesar del dolor pude proseguir mi camino, ya con un pacto con la tristeza, que esta ya no me atormentaría solo me acompañaría para recordarme el valor de mi pérdida. Ya no estoy triste por la muerte de Dari, siempre la recuerdo con más amor ahora, solo a veces se aparece la nostalgia y se me escapa por los ojos, más eso es para recordarme que soy mamá de un ser celestial, por tanto, mi amor es tan extenso como el trayecto de la tierra al cielo, y eso me llena de emotividad.

Así como en el camino, lo más importante son los paisajes, así también en el duelo lo es el aprendizaje. Si bien es cierto que la muerte se llevó el cuerpo físico de nuestro ser querido, más no con lo que sentimos por él, porque el amor es eterno e infinito. La reconstrucción de mi corazón lo hice sobre los cimientos del amor que Dari me dejó.

Me costó mucho llegar a un equilibrio en la báscula de mi vida, fueron días, meses, incluso años de mucho dolor y de arduo trabajo, pero lo pude lograr, lo cual significó que el amor pesó más que el dolor, eso fue lo que me ayudó a sobrevivir a la muerte de Dari y a valorar la vida de mis afectos.

Por tanto les recomiendo con mucho respeto y cariño que disfrutemos de los paisajes que cada camino nos regala, y aunque no siempre llegaremos a destino, sí podemos aprender mucho levantando la vista admirando el panorama que se nos presenta.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *