Como ya había contado respecto a cómo surgió mi interés en la tanatología, al ver el vídeo de por qué a la gente buena le pasan cosas malas, de Gaby Pérez, fue una bocanada de paz ante el enojo con Dios en el que estaba sumida. Aunque a la vez me surgían dudas de si yo podía ser consideraba buena gente porque finalmente quien podía juzgar algo así. En fin, cuando tuve contacto con ella me sugirió leer el libro titulado: “Cuando a la gente buena le pasan cosas malas”, de Harold S. Kushner.
Es un libro maravilloso, fácil de leer, lleno de ternura y amor. El autor es un rabino quien obviamente tuvo una crisis de fe cuando su hijo pequeño fue diagnosticado con una enfermedad degenerativa, la cual acortaría su vida antes de llegar a la adolescencia. Tuvo que vivir sabiendo que su hijo en cualquier momento podía morir. Pero el libro no trata propiamente de la vida de él ni de su hijo, más bien de cómo este acontecimiento puso en duda su fe y como pudo direccionar esa fe en descubrir que Dios nos ama a todos, buenos y malos, y no está eligiendo a quien le va a suceder una tragedia o no.
Gracias a él entendí que también existen las leyes de la naturaleza que no hacen excepciones a gente generosa, al momento de que ocurre un terremoto, por ejemplo. Hay una parte donde dice: “Dios no interrumpe las leyes de la naturaleza para proteger a los justos. Esta es otra de las cuales, a veces, a la gente buena le pasan cosas malas, cosas que Dios no provoca ni puede detener”
También hace referencia a que Dios nos dio el libre albedrío, por medio del cual el hombre es libre de elegir ser bueno o malo. Dios creó a Hitler, fue Hitler quien eligió obrar como lo hizo, no fue que Dios permitió que murieran más de seis millones de personas. Yo creo que tanto nos ama Dios que respeta ese libre albedrío y nos ama, así como somos, seres perfectamente imperfectos, porque el ser humano es imperfecto, se equivoca, no lo puede todo y a veces obra mal, a conciencia.
Este libro debería ser leído por todos los que creemos en el amor infinito de Dios y en quienes no creen también, porque es un testimonio real de cómo alguien con el compromiso de servir al prójimo, también tiene sus dudas y también cuestiona, también sufre, alguien que supuestamente fue elegido por Dios. Todos somos elegidos por él, creo que somos nosotros los que elegimos no estar con él. Porque a veces es más fácil hacerle responsable al otro de nuestras penas, y en algunas ocasiones ese otro es Dios.
Según mi percepción uno de los grandes defectos que tiene el ser humano es que se cree que todo lo puede, y que puede encontrar explicaciones a todo, y no es así. Creo que ante la vulnerabilidad que nos causa la muerte de alguien, es más fácil argumentar que fue decisión o voluntad de Dios, para tratar justificar o encontrar explicación al hecho. No creo que sea así. Hay situaciones que ocurren y no existen explicaciones, como ocurren cosas que son incontrolables.
Otros de mis cuestionamientos fueron ¿Por qué no me escuchó Dios? ¿Por qué Dios no escuchó mis rezos? ¿Será que no recé lo suficiente? O ¿No lo hice como a él le hubiera gustado? Y entendí que si los rezos funcionaran como pensaba, nadie moriría jamás. Pues nadie reza tan sinceramente como cuando ve que la persona que ama está enferma o puede morir. No es fácil de entender. No significa que no debemos rezar o pedir por la salud o la vida de alguien, pero tampoco creer que si no ocurre lo que solicitamos es porque no lo merecíamos, o porque no rezamos con suficiente fuerza, o porque Dios no existe o no escucha, todas estas afirmaciones lo único que hacen es llenarnos de culpa, angustia y desesperanza.
Los milagros existen, si claro que sí, creo en ellos, pero no siempre ocurren. Hay gente que milagrosamente se sana, y otras no. Personas que se salvaron tras un accidente o una calamidad natural y otras que si murieron. Cuando ocurren los milagros, obviamente se debe agradecer fervientemente.
El acto de rezar para mí no es solamente pedir a Dios que cambie el curso de las cosas, no digo no pedir, pero se deberían abandonar ciertas expectativas que tal vez sean imposibles. Deberíamos rezar pidiendo fortaleza, contención, templanza, para que nuestro corazón acepte sea lo que sea el desenlace. Dios no envía el problema, nos da la fuerza para hacerle frente.
También considero como un gesto de amor verdadero hacía prójimo, el rezar pidiendo por la salud y bienestar de alguien. Es más es algo que agradezco desde lo más profundo de mi ser, a quienes nos acompañaron desde la oración o pidieron por nosotros durantes nuestros momentos más oscuros.
Desaprendí la idea de que Dios envía la carga o la situación que debemos cargar, porque somos suficientemente fuertes para soportarla. Esto confunde mucho, pues si Dios me ama porqué me enviaría algo tan doloroso. En cambio reaprendí que fue el destino que estableció ya el acontecimiento y no Dios. Dios es quien me otorga la fortaleza necesaria para poder seguir adelante, ante el hecho predestinado.
Creo en el Dios del amor infinito, quien está limitado por las leyes de la naturaleza, por la evolución humana, por el libre albedrío que el mismo otorgó. No hago responsable a Dios de enfermedades, accidentes, y desastres naturales. Las cosas malas que ocurren no tienen ningún designio divino. No suceden para que las aceptemos como una penitencia y consecuencias de nuestros actos; pero podemos resignificarlo ¿Cómo? Ante preguntas como: ¿Por qué a mí? o ¿Qué hice yo para merecer esto? Interrogantes que no tienen respuestas. Prefiero hacerme las siguientes preguntas: Ahora que ocurrió ¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Cuál es mi posición ante lo ocurrido? No tengo control sobre lo que pasó, pero si tengo el control sobre mi actitud ante lo que pasó.
Todo esto que mencioné y más encontré en esta joya literaria, que no sabía que existía y ahora la adopté como libro de cabecera. 167 páginas de empatía, realmente me sentí comprendida. Además hallé la interpretación más acertada y real sobre la parábola que sirvió de combustible a las llamas de mi enojo contra Dios, la explicación que buscaba sobre la parabola de Joob, y dice textualmente así: “La respuesta podría ser perdonar al mundo por no ser perfecto, perdonar a Dios por no hacer un mundo mejor, acercarnos a la gente que nos rodea y seguir viviendo a pesar de todo”.
También rescato la afirmación: “Que la capacidad de perdonar y de amar constituyen armas que Dios nos ha otorgado para que podamos vivir plena, valiente y significativamente en este mundo poco perfecto”. Gracias a esas facultades brindadas por Dios es que hoy sigo mi vida, honrando la memoria de Dari, mostrando mi mejor versión, y volviendo a ser feliz.
“Dios Cuestionado”
Otro material que llegó justo a tiempo para poder cerrar estas ideas fue el nuevo libro de alguien a quien tengo una gran admiración, siempre quise conocer y lo pude hacer en el día más triste de mi vida, en el velorio de Dari. Se presentó el pa´i José Luis Caravias, como le gusta que le digan, y nos fundimos en un abrazo paternal. Para mí fue el primer regalo de mi Dari.
Lejos de hablarme de la resignación cristiana o de compararme con la Virgen, me dijo: “Hoy tu niña esta en los brazos de nuestra madre María, quien como madre te abraza a ti en lo más profundo de tu corazón”…”Eres madre de una santa, ella será la santa de la familia”. UFF!! Lo recuerdo y se me escapan las lágrimas. Fue un momento muy emotivo. Si bien, no entendía mucho de lo que me dijo en ese momento, hoy voy teniendo el discernimiento de ello. Ese encuentro fue una caricia profunda a mi alma.
El Pa´i Caravias lanzó un libro preciso y necesario. Son 42 preguntas que él las va contestando con la singular característica de sus pensamientos críticos. El libro se llama Dios cuestionado, y la verdad abarca varias interrogantes que generalmente surgen cuando ocurre algún evento que nos desestabiliza por completo.
A veces me sorprendo de todo lo que aprendí, y de todo lo que siempre tuve a mi alrededor, y logré ver y valorar a partir de mi experiencia más dolorosa. Hoy entiendo que en su infinita misericordia Dios me ama, y me bendijo con el disfrute de la presencia de Dari durante dos años y medio, me eligieron para que fuera su mamá, la tarea más placentera que tuve en mi vida. Yo simplemente digo gracias por su vida, porque cambió para bien la mía.
Vuelvo a recomendar estos grandes libros: * Cuando a la gente buena le pasan cosas malas de Harold S. Kusner y * Dios cuestionado, del querido pa´i José Luis Caravias.