En el duelo se inicia el conocimiento del ego

Transitar el camino del duelo no solo nos ayuda a sanar las heridas que causaron la muerte de un ser amado. A mí por lo menos me ayudó a conocerme, a entenderme y aceptarme, para eso tuve que enfrentarme a alguien a quien creía que estaba relegado, mi ego. El mismo puede ser muy nocivo, pues confunde, despista, de hecho, creí que podía dominarlo, pero no.

El ego puede resultar muy engañoso. Sentirme o pretender ser el centro del universo jamás se me cruzó por la mente, pero no puedo negar que en varias ocasiones ya me creía “súper fuerte” por haber sobrevivido a la muerte de Dari, entonces lo podía todo yo sola, sin ayuda. Una falsa autosuficiencia, que en realidad lo que hacía era enmascarar mi tremenda tristeza. Porque el ego no es lo mismo que autoestima, no señor. Carecía de autoestima y tenía un exceso de ego, debía hallar ese equilibrio que faltaba.

Para poder ordenar mi cabeza tuve que pedir ayuda, expresar lo que quería sin esperar que el otro, mágicamente, adivine mis pensamientos y deseos, a eso yo lo llamo pensamiento mágico, lo cual no existe, no estoy en contra de tener pensamientos positivos, pero pretender que todo se arregle por arte de magia eso si ya es un infantilismo absurdo.

Los pensamientos mágicos pueden ser trampas mortales que toman como prisionera al alma y al deseo. Me prometí trabajar para desterrarlos y si no fuese posible por lo menos voy a pulirlos para poder convivir con ellos, estoy procurando hacerlo sola, y si no puedo, obviamente pediré ayuda, de eso se trata crecer.

Si bien nunca tuve inconvenientes en hacer terapia, lo de mi ego me costó, porque tuve que admitir lo que pasaba, debí de reconocerlo y aceptar humildemente que éste estaba jugando conmigo. No fue fácil, pues esa frustración no podía atribuírsela a nadie, solo a las ideas que me surgían, era una falsa omnipotencia, reconocerme humana era el reto.

Dicen que uno da lo que recibe, pues no creo que sea así,  más bien que uno da lo que es y lo que tiene en su corazón, por lo que debía darle mayor atención a lo que sembraba en el corazón para que la cosecha sea fructífera.

No me deja de sorprender como se va acomodando todo en la mente, como va ocurriendo esta transformación, que gracias a Dios es evolución, es crecimiento, no estancamiento ni retroceso.

Al principio no fue fácil, pero una vez que dejé de resistirme a la realidad y dejar que ocurra lo que deba ocurrir, sin esperar que las cosas sean como yo quiera y cuando quiera, lo cual es imposible, con el plus de llevar a cuestas el dolor más infame de todos, me resistía a aceptar, no a entender porque  hay cosas que jamás comprenderé y tendré que vivir, incluso morir con eso.

Mi ego debía aceptar que la realidad no era como la orquesté en el imaginario, que todas esas ilusiones y proyectos con Dari partieron con ella. La muerte de alguien no sólo se lleva su físico, sino todo el futuro que proyectamos con esa persona. Tener que fluir ante esas circunstancias no era una opción era prácticamente una obligación para poder sobrevivir. Debía concentrarme en mi sanación y ayudar a mi familia también a sanar. Comprometerme en cuidarme, darme cariño, paciencia y tiempo.

Primeramente, invertí tiempo haciendo crecer de manera inútil el ego, luego me aboqué en nutrir mi alma leyendo, no para comprender qué pasó y porqué pasó o para qué pasó. Nooo, eso ya no tiene ni siquiera importancia, pues por más que busque una explicación, que no existe, no va a revertir lo que ocurrió, no va a regresar la paz que la muerte se llevó, no lo creo.

Lo único que me restauró la paz fue reconciliarme conmigo, tuve que quererme, perdonarme, aceptarme y así pude llegar a un acuerdo conmigo misma, gracias a eso también pude perdonar y aceptar y tolerar a los demás.

Aceptar que a veces mis pensamientos y sentimientos no son sanos, ni para mí, ni para quienes me rodean. Hace que pueda mantener controlado al ego, admitiendo a la vez mi condición de humana imperfecta, que también puedo sucumbir ante la soberbia y la falsa humildad. Al comprender todo eso pude cambiar, y así la edificación de mi estado emocional será cada vez más sólida. Paciencia y conciencia son las claves.

Les recomiendo que lean especialmente sobre el duelo, la perdida, la muerte, pues colaboran a que las heridas del alma puedan curar, calma a la mente y reconforta el corazón, siempre traen un mensaje de luz y esperanza, cosas que jamás debemos perder. Ya perdimos algo muy valioso, no dejemos que se nos escape la esperanza en la vida, teniendo siempre la firme convicción del reencuentro en la eternidad.

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