¿Celebrar o no el cumpleaños de quien ya no está?

Este mes de marzo es especial para nosotros, pues se conmemora el nacimiento de Dari. El 17 de marzo hubiera cumplido 6 años, que grande, habríamos estado entusiasmados porque iniciaría el primer grado, con todo el caos que eso genera, pero seguro que felices de poder acompañarla. Mas eso no fue posible, solo nos resta recordar los años compartidos con ella.

Soy consciente de que es una fecha sensible, por todo lo que representa y por sobre todo, por todo lo que no fue. Eso sigue doliendo, porque creo que sigo aprendiendo a vivir sin su presencia física y aún imagino que puedo controlar todo a largo plazo, lo cual no es así en esta vida, es una tarea difícil, pero voy avanzando.

El primer aniversario de su cumpleaños, estaba tan empeñada en festejarlo, qué mal que estaba, pues miro atrás y me parece verme como en una película, toda desencajada, como que le pasó a otra persona. Tanto era mi afán de que nadie, absolutamente nadie la olvidara, que festejé un cumpleaños, sin la cumpleañera presente. Hoy con la cabeza mucho más clara, pienso qué locura, y a qué estrés e incomodidad sometí a mi familia. Recuerdo que llovió tanto que pensé que nadie vendría, y al contrario, todos me acompañaron… Una escena nada feliz, ni punto de comparación a un cumpleaños, más bien triste y raro…

Al siguiente año con la pandemia, seguía con la idea del festejo, creo que la vida se encargó de mostrarme que no era lo más adecuado. Me enojé porque ese segundo año de su cumpleaños no lo pude festejar por la cuarentena, para colmo, había preparado mi mosaico, que tanto trabajo me costó y era como la inauguración de la obra. Creo que en realidad mi mente sabía que era más apropiado decir festejemos la culminación de la obra que celebrar un cumpleaños sin el cumpleañero.

Igualmente la recordamos especialmente, y por más que no podíamos reunirnos, pedí a todo aquel que la conoció, que la recuerde prendiendo una velita en su memoria, y así lo hicieron, familia y amigos, todos en la misma sintonía, recordar a Dari. Dolorosamente conmovedor, porque en mi alma se generaba una batalla entre la frustración y la alegría del acompañamiento desde la distancia, y doy gracias porque ganó la alegría.

Estos días previos a esa fecha tan especial, la tecnología se encarga de recordarme lo que fueron los días de Dari, cada foto, si bien siempre la miro con emoción, estas se encuentran más cargadas que nunca, su peso no es insoportable, al contrario, las siento más livianas, y lo que hace es recordarme no solo a ese ser tan valioso que perdí sino también hace que me valore, que me aplauda, que me festeje, porque no solo  habría sido 6 años de la vida de ella, sino que hace 6 años de mi maternidad, la cual si es eterna. Ya no importa si Dari no puede cumplir más años, siempre seré su mamá, por más que haya un cielo entre ella y yo.

Así que como me prometí, no voy a festejar un cumpleaños que ya no fue, sino voy a celebrar la vida que engendré, y que me regaló los mejores años, por más que estos hayan sido breves fueron intensos, de mucho aprendizaje, ni que decir de estos años sin su presencia física y sí, sintiéndola en lo profundo de mi corazón.

Como cada fecha especial, estoy preparando el regalo que le haré, en su memoria, creando algo bello como lo es ella, una pieza que será agregada a su mural, y con mis amores más cercanos, vamos a recordarla, tal vez, comiendo lo que más le gustaba, aún no lo sé. Mas de lo que estoy segura es que estos días la nostalgia se instalarán en mi corazón, de hecho, hace un tiempo que está presente, y la recibo como corresponde, porque sé que ya no viene a cargarme con dolor, sino solo recordarme el valor de Dari, y el precio que pagué por su amor.

Por eso, ante la pregunta de si es apropiado o no festejar el cumpleaños de alguien que falleció, mi respuesta sería, debe haber celebración por lo que fue su vida, por lo que es su recuerdo y por sobre todo, lo que es y será por siempre su amor.

Esta fecha es más que especial por lo tanto la voy a conmemorar como corresponde, pues es la memoria palpable de mi maternidad, la cual también debe ser celebrada, lo haré con mis afectos más cercanos que me rodean y por sobre todo, con la certeza de que a quien agasajo está habitando en mi corazón. Siempre valorando más el pensamiento de la vida que fue y que disfruté a su lado, y dejando de lado todo pensamiento de lo que no pudo ser.

 

 

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