No quiero que el tiempo transcurrido desde tu muerte se convierta en un castigo. Tener que contar los días, como un condenado, privado de libertad, por más que sepa que esta pena en realidad es perpetua. Tu muerte también formó parte de tu vida, por tanto, no debe ser una sanción para mí, por más que así se sienta. Sé que es triste recordar el último día que te vi con los ojos abiertos. Pero prefiero recordar con dulce nostalgia todos esos días que pasamos juntas y los llenaste de color. Porque no voy a dejar que esa oscuridad que nos invadió al momento de tu partida, apague jamás los destellos de luz que experimentamos con tu nacimiento.
Ya no cuento el tiempo terrenal, el cual no puedes disfrutar. Prefiero centrarme en el tiempo que me queda para que no te olviden, para que pueda ayudar a los demás y así dejar un legado a tus hermanas. Además, tal vez, solo tal vez, quede menos tiempo para nuestro reencuentro… No lo sé, creo que nadie sabe cuánto nos falta, y eso tampoco me preocupa, pero me reconforta pensar que nos volveremos a ver. Esta no es una declaración de deseos de muerte, prefiero adjudicarle el nombre de tomar conciencia del presente, sin centrarme en el pasado, sólo mirarlo de vez en cuando para recordar lo felices que fuimos, ni quiero pensar en mi futuro porque sobre él no tengo ningún control.
El imaginar qué estarías haciendo con tus 7 años cumplidos, qué nuevas cosas hubieras aprendido, como serías, qué te gustaría, creo que lejos de ser una dulce ilusión, es más bien una tortura, pues fantaseo con algo que no existe, ni existirá. Obviamente si respondo a las preguntas que mi mente hace en esos momentos de que sí serías feliz, pues claro que lo serías, si toda tu familia te amó, te ama y te amará siempre. Por eso decido quedarme en tu recuerdo, en tus dos años en esta tierra y los 5 en el cielo, pero las características intactas de bebé que tenías, así sin más, mamá te piensa. Y así quiero honrar tu memoria, por todo lo que significó tu vida en la nuestra. Sin reprochar nada a Dios, al universo, ni a la vida. No voy a mentir que hay ocasiones en que la tristeza me gana, y el dolor se apodera de mi corazón y alma, comenzando nuevamente el caos en mi mente. Pero gracias a Dios, al universo y a la vida, eso cada vez dura menos, y me centro en todo lo que disfrutamos juntas y todo lo que hiciste aquí, regresando así el equilibrio en mí. También agradezco todo lo que llegó después de tu muerte, sí porque ella me enseñó mucho, a quererme más, a querer y a valorar más a todo lo que me rodea.
Hoy, en el día del aniversario de tu nacimiento, el cual recordaré como uno de los mejores regalos que recibí en toda mi historia, así como el nacimiento de tus hermanas, quiero dar gracias por haberte soñado, concebido, engendrado, parido, criado. Gracias mi pequeña gran maestra, me enseñaste la parte más dolorosa de ser mamá, el verte partir, y tener que amarte así sin usar mis brazos, ni mis sentidos, afinaste mi percepción, mi radar de amor. Gratitud infinita mi Dari, y en tu memoria preparamos este regalo, con inmenso amor agregamos una pieza más a tu mural, donde están Tibu y Coco, nuestras mascotas queridas, que estoy segura que ellos hoy están con vos felices jugando. Aquí te recordamos con una sonrisa y una lágrima, salud por tu vida y por las huellas que dejaste en este mundo. Te amo infinito, porque vos sos infinita.